Dicen que hay historias de amor que duran para siempre, y la del Sevilla con la Europa League debe ser una de esas. Siendo totalmente objetivos, parece un milagro que este equipo, incluso estando en horas bajas como en esta campaña, haya sido capaz de alcanzar una nueva final en el segundo torneo europeo. Las anteriores seis finales las ganó, a distintos rivales, con distintas plantillas y en distintas épocas. El hexacampeón de Europa parece que solo sabe ganar títulos cuando llega a las finales.
No ha sido la temporada perfecta que esperaban en Nervión. Los dos primeros tercios de campaña solo se pueden describir como desastrosos. El equipo ha pasado toda la primera vuelta en Liga en los puestos de descenso, y solo se ha salvado del peligro en el último mes. La llegada de Mendilibar le ha cambiado la cara. Este Sevilla F.C. parece otro, uno imparable, capaz de deshacerse de equipos como la Juventus o el Manchester United para alcanzar la final de su torneo fetiche.
Con la salvación en el bolsillo, el Sevilla está concentrado al cien por cien en la final de Budapest. Enfrente, la Roma de Mourinho, otro equipo hipercompetitivo que desde luego no le va a poner las cosas fáciles a los sevillistas. Las apuestas por el Sevilla lo colocan como favorito, pero ya se sabe que en una final como esta puede pasar cualquier cosa. Eso sí, el equipo andaluz llega como seis veces campeón del torneo, y eso tiene que pesar incluso antes de que el choque comience.
Hace tan solo tres meses, cuando el Sevilla seguía de capa caída y Jorge Sampaoli se desesperaba por no encontrar la tecla adecuada para salvar al equipo, nadie habría dado un duro por este Sevilla. Sus únicas alegrías procedían de la Europa League, su competición favorita, a la que llegaban tras caer en Champions. Apostar por el Sevilla en aquel momento parecía una locura. Pero por algo dicen que es el equipo que nunca se rinde…
La llegada al banquillo de Mendilibar ha supuesto un verdadero revulsivo para los sevillistas. Una buena racha de victorias en Liga ha alejado al equipo del descenso, llegando incluso a soñar con colarse en puestos europeos en las últimas jornadas. Pero lo verdaderamente importante sucedía más allá de nuestras fronteras. En Manchester y en Turín, feudos temidos en todo el continente, y en los que el Sevilla logró sacar oro para meterse, una vez más, en una final europea. Será la séptima en menos de veinte años, un hito que, para un equipo humilde como era el Sevilla, parece un milagro.
Salvado y con la tranquilidad que da la parte media de la tabla, el Sevilla F.C. puede olvidarse de la Liga y concentrarse en esa final. Un partido decisivo que se jugará el miércoles día 31 en Budapest y que puede traer el séptimo título de Europa League a las vitrinas de Nervión. Las únicas bajas notables son las de Nianzou y Marcao, aunque vienen desde hace unas semanas. Medilibar contará con todos sus jugadores para un partido que puede marcar un hito en la historia sevillista.
Por su parte, la Roma viene respaldada por el increíble trabajo de su técnico José Mourinho, quien ya llevó al equipo a ganar la Conference League en la temporada pasada. La campaña en la Serie A no ha sido especialmente buena, pero desde luego, un título de Europa League solventaría cualquier duda sobre el técnico portugués. Dos equipos que han pasado un mal año en sus ligas, pero que han llegado con todas de la ley a esta final, y van a ir a muerte a por ella.
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